Durante los últimos meses he tenido la oportunidad de ver desde dentro el proceso de contratación pública en el lado de la administración. Un contrato de algo muy común en las fiestas de pueblos y ciudades pero a la vez técnicamente desconocido desde los ayuntamientos, los fuegos artificiales. El área de fiestas decidió contar conmigo para la asistencia técnica del contrato de poco menos de 100.000 euros.
Por diversas cuestiones, el Ayuntamiento decide en 2016 cambiar la forma de contratar los espectáculos pirotécnicos sacando a licitación un contrato que engloba los 6 disparos a adjudicar a una única empresa (o UTE). Por lo tanto, era la primera vez que se afrontaba una contratación de los fuegos de esta forma, pues anteriormente se realizaba un “concurso” y el procedimiento era diferente. La Ley de Contratos del Sector Público que estudié en la carrera tomaba aquí su protagonismo. Trabajar mano a mano con los técnicos municipales desde el minuto 0, intentando aportar un planteamiento acertado fue muy interesante y enriquecedor.
Por cuantía, el procedimiento debía ser abierto y se planteó como más apropiado que fueran varios criterios, además del precio, los que decidieran la adjudicación. Limitarse solo a oferta económica no resultaba, a priori, la forma más correcta. En realidad, pocos contratos de estas características (por número de disparos y cuantía) hay en España. Siempre resulta interesante analizar los pliegos de otros municipios, con los que pudimos comprobar que, si bien en muchos lugares únicamente se tiene en cuenta la oferta económica, en los que se decide valorar otros aspectos, se toma como referente la masa de materia reglamentada que los licitadores presentan, otorgando la mayor puntuación “al que mas kilos ponga” incluso imponiendo cantidad mínima en el pliego técnico. Otro criterio que encontramos fue “el número de disparos” o “el tiempo”. Esto demuestra un absoluto desconocimiento de lo que se contrata.
¿Qué son los fuegos artificiales? ¿Un suministro de determinado volumen de artificios? ¿Un servicio de montaje y disparo de un evento? ¿Un espectáculo artístico?
No hay duda, al menos por mi parte, que se trata de un espectáculo artístico, pues cada empresa y diseñador tiene un estilo, y los productos usados difieren de unas empresas a otras. Para la mayoría y a simple vista, puede que todos hagan lo mismo, lanzar unos artificios al aire, pero realmente hay diferencias claras. Comparativamente podríamos hacer un símil con los artistas musicales, o con los pintores. Nadie discute que no es lo mismo el cantante X que el cantante Y. Pero este planteamiento no es aceptado en muchos Ayuntamientos.
Para establecer unos criterios en la licitación, consideré que ni kilos de materia reglamentada, ni tiempo, ni disparos eran representativos de un espectáculo. Fijamos en pliego unas cuantías mínimas de artificios (considerando para este criterio únicamente determinados artificios) basadas en propuestas de años anteriores así como un tiempo mínimo igual que el que se venía pidiendo anteriormente. Dada la variedad de calibres, efectos, artificios y fabricantes propuse un sistema de valoración de artificios en función de su calibre y tipo, creando una clasificación lo más sencilla posible. En cuanto a la valoración de cada uno, lo calculé en función de una estimación de precios. Así, este parámetro podía ser algo más representativo que un número de kilos o unos disparos. Todos estos datos debían registrase en una tabla tipo.
No dejamos de lado la componente artística, que fue otro de los criterios propuestos de valoración. La variedad, las composiciones, efectos, productos,… debían tener su importancia en un contrato en el que se van a contratar varios disparos a una misma empresa. Interesaba que los espectáculos fueran diferentes, limitados de entrada por el material. A esa diferenciación ayudó el ponderar de forma no equitativa los diversos espectáculos dando mayor peso a los días grandes.
La cuantía de cobertura en la póliza del seguro de RC fue otro de los criterios a valorar así como el disponer de un sistema de aseguramiento de calidad ISO 9001.
Todo este sistema de valoración lo plasmé en una hoja de cálculo de forma que obtener las puntuaciones resultaba sencilla, dada la cantidad de datos a considerar en alguno de los aspectos.
En cuanto al precio, considerando que la rebaja económica afecta a la calidad del contrato, decidimos limitar la oferta desproporcionada partiendo de un presupuesto ajustado.
No es lo mismo contratar un suministro de cajas de hojas de papel tamaño A-4, donde se puede indicar técnicamente las características del papel deseado y el producto que se obtiene es igual entre todas las empresas y donde el precio ofertado tiene su importancia a la hora de adjudicar, que contratar un espectáculo de fuegos artificiales siendo muy complicado establecer unos parámetros técnicos que igualen los espectáculos de los licitadores y dejen al precio ser el criterio decisivo.
Pero tan importante es establecer unos criterios apropiados para la licitación como llevar un control en la ejecución para verificar que efectivamente la empresa se ajusta a lo presentado y con lo que se ha valorado la adjudicación.
Desapareciendo el concepto de consurso, sabíamos que se perdía la “lucha” entre empresas por hacerse con el premio, haciendo posible ver en ocasiones grandes castillos con presupuestos bajos. Contratando de esta forma los espectáculos se convertían únicamente en negocio para las empresas. Pero el resultado final fue bueno.